Ampliar el foco, está a tu alcance

Como sabemos, cuando estamos experimentando ansiedad, las sensaciones, emociones y creencias  pueden ser fuerzas muy perturbadoras.

Para muchos de nosotros es necesario aprender a estabilizarnos para ir al encuentro de lo que nos está sucediendo con las cualidades Mindfulness, que posibilitan que la experiencia sea sanadora. Esas cualidades son la observación curiosa , amable, y sin juicios, que nos permite abrirnos a la experiencia sin resistirnos, sin evitarla, ni quedar embotados.

Lo que caracteriza a la ansiedad es que nuestra atención se estrecha y se concentra  en las creencias, los juicios, en fin la historia mental que nos estamos haciendo , y las sensaciones perturbadoras.

Necesitamos entonces algo que nos conecte con la capacidad de ampliar el foco de nuestra atención y descentrarnos de los pensamientos y sensaciones perturbadoras. Un puente sencillo para hacer esto es comenzar a notar  otro tipo de sensaciones que también están presentes aunque no las estemos registrando. Las sensaciones son datos primarios de nuestra experiencia, y envían a nuestro cerebro poderosas señales . Aprender a dirigir nuestra atención hacia las sensaciones reconfortantes que están ahora presentes, como por ejemplo tibieza, o frescura, apoyo, tono muscular, relajación, vibraciones, etc etc, puede ser un refugio que tenemos a mano en el propio cuerpo para reconectar con nuestra capacidad de contener nuestra experiencia.

Cuando practicamos Mindfulness, una atención abierta, podemos experimentar que hay más  espacio para contener la experiencia. Un espacio de consciencia amable en el que podemos recibir todas las emociones, las sensaciones, sin quedar atrapados en ellas. En ese espacio las emociones y sensaciones difíciles pueden  seguir su curso, en lugar de quedar empantanadas, dando vueltas por nuestro cuerpo – mente en un remolino de sufrimiento.

La capacidad de dirigir nuestra atención hacia las sensaciones reconfortantes, que ya están presentes, hace que estas sensaciones se hagan perceptibles, y empiecen a ser una experiencia real, una isla en nuestro cuerpo , desde la que podemos afirmarnos, y estabilizarnos.

Pequeña práctica:

Siéntate o acuéstate en un lugar tranquilo por al menos 5 o 10 minutos.

Observa la respiración, o cualquier otra ancla al momento presente que sea adecuada para tí ahora. Por ejemplo los sonidos que llegan hasta tus oídos, las sensaciones de contacto con el sillón, y las plantas de los pies.

Cuando estés lista/o, dirige la atención a algún lugar del cuerpo dónde en este momento estés experimentando una sensación de comodidad, de suavidad, tibieza, frescura, o tantas otras posibles.

Permite que ti atención descanse, en esas sensaciones.

Cuando te des cuenta  que  la mente te arrastra hacia sus asuntos, y preocupaciones, nota que eso está sucediendo, y prueba soltar el pensamiento como si fuera una nube, en un cielo azul.

Permanece con la atención en las zonas que hayas decidido observar, como un visitante de una isla de tranquilidad en tu cuerpo.