Mindful eating: Cómo llevar adelante nuestros propósitos de cambiar la forma de alimentarnos

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Casi todos nosotros conocemos lo difícil que resulta mantener nuestros buenos propósitos. Muchos de nosotros comenzamos el año convencidos de que tenemos que bajar de peso, iniciar actividad física, incorporar alimentos más saludables, dedicar un tiempo para cultivar nuestras amistades o hacer algo especial con nuestra pareja.   En fin, incorporar y mantener un hábito para nuestro beneficio.

Los buenos propósitos suelen perderse en la agitación de la vida diaria. Sin darnos cuenta, muchas veces absorbidos por las urgencias y los automatismos cotidianos, no somos conscientes de que ya dejamos de hacer aquello que nos propusimos, o cuando nos damos cuenta, encontramos muchas razones que nos justifiquen. “Ahora no puedo, ya lo haré el año que viene, el próximo mes retomo, no era tan buena idea hacerlo ahora con lo estresado/a que estoy.”

El asunto es que no encontramos el camino de volver a la senda de nuestro propósito.

Es normal olvidar nuestros propósitos transitoriamente, distraernos con cosas que nos hacen perder el rumbo. Perder el rumbo no es un problema, si sabemos volver. El punto crucial es saber volver.

¿Por qué resulta tan difícil mantener esos buenos propósitos?

Investigadores de la Universidad de Florida, liderados por Roy Baumeister, encontraron que tenemos una capacidad limitada de control consciente. Lo que conocemos como fuerza de voluntad, auto-control es un recurso limitado y se desgasta.

En condiciones de estrés negativo, la capacidad de auto-control se resiente, las funciones de la corteza pre frontal que modulan las áreas más primitivas de nuestro cerebro, se debilitan, y en casos más extremos, pierden la conexión momentáneamente, de modo que actuamos en piloto automático, secuestrados por las áreas cerebrales reptiliana y límbica.

Las formas de auto –control que más desgastan y menos eficaces se muestran, son aquellas que se basan en resistir. Resistir supone una fuerza que se opone a otra en sentido contrario.

Esta lucha se expresa verbalmente en un auto-diálogo del tipo: no debo, no tengo que…, tengo que suprimir…, debería….Es como estar sosteniendo permanentemente una puerta que presionan del otro lado. Un gasto de energía condenado a fracasar, que nos deja con sentimiento de impotencia, frustración y culpabilidad.

Hay otra manera de cultivar la auto-regulación que demanda mucha menos energía, y la utiliza con más efectividad.

Auto-regulación basada en Mindfulness

Una auto-regulación sustentable supone reconocimiento y aceptación de nuestras necesidades y deseos, en lugar de resistencia.

Necesidad y deseos

Las necesidades son universales y atemporales. Esto quiere decir que están presentes en todos nosotros independientemente de la cultura o época en que hayamos nacido, todas las personas compartimos esas necesidades propias de nuestra especie. Esta es una lista representativa de la mayoría de nuestras necesidades (1):

  1. Supervivencia y bienestar (alimento, aire, agua, techo, salud, sexualidad, descanso, movimiento, seguridad, etc. )
  2. Conexión (afecto, formar parte de una comunidad, intimidad emocional, aceptación, sexualidad, etc.)
  3. Juego (recreación, alegría, humor, etc.)
  4. Significado (auto-expresión, creatividad, logro, propósito, etc.)
  5. Honestidad (autenticidad, integridad)
  6. Autonomía, (libertad, auto-determinación, independencia, etc.)
  7. Paz (armonía, belleza, comunión, orden, tranquilidad, etc.)

Los deseos, en cambio son infinitos, temporales y la mayoría de ellos variables según la cultura y época.

Sigamos con el ejemplo de la alimentación.

Tenemos necesidad de que nuestras células se alimenten con determinados nutrientes para conservar el equilibrio de la vida. Agua, sal, grasas, hidratos de carbono, potasio, proteínas, minerales, vitaminas, y oligoelementos como el selenio, hierro y el zinc. Muchos alimentos pueden satisfacer estas necesidades.

Cuando hablamos de deseo, hablamos de placer, del placer de la boca de sentir un determinado sabor, y textura. Las sensaciones placenteras en la boca varían según las personas y las culturas y los hábitos de la infancia. Algunas culturas y personas por ejemplo, aprecian lo picante como sensación en la boca a otras les resulta desagradable.

El deseo, además, siguiendo con el ejemplo de los alimentos, puede independizarse de nuestras necesidades, volverse omnipresente, agigantarse empujarnos a consumir determinado alimento o grupo de alimentos al punto de llegar a crear una adicción o compulsión.

El deseo puede surgir de otras necesidades, por ejemplo comer para dejar de sentirnos aburridos, solos, ansiosos. O comer determinado alimento porque nos reconforta, nos recuerda tal vez a la persona que nos lo brindaba en la infancia y ese contexto afectivo de antaño.

El deseo puede surgir de mirar comer a otros, como bien lo saben los que se dedican a publicidad. Este hecho lo explica elegantemente la neurociencia a partir del descubrimiento de las neuronas espejo.

El deseo puede resultar muy perturbador y generar conflicto interno, porque se opone a otros deseos, normas, valores, expectativas sobre nuestra vida, figura, etc etc.

De modo que mantener nuestro propósito es difícil, si vamos por el camino de la lucha con nosotros mismos.

Necesitamos conocer nuestras necesidades y deseos, cómo funciona nuestro cuerpo-mente-corazón.

Muchas personas intentan llevar adelante el propósito de bajar de peso, o alimentarse mejor intentando resistir a sus deseos y a veces ignorando sus necesidades.

La investigación muestra que la actitud rígida de las dietas, no funciona para la mayoría de las personas a largo plazo. Hacer fuerza en contra de nuestros deseos, y /o necesidades no se puede mantener y tarde o temprano fracasa, relanzando un proceso de auto acusación, culpa, sentimiento de fracaso.

La frustración, depresión, sentimientos de indignidad, auto acusaciones abonan nuestro psiquismo para relanzarnos a un uso negativo de la comida como forma de quitarnos de encima la ansiedad y emociones negativas.

Así es que muchas personas quedan prisioneras de ciclos de dietas y recuperación de peso sin lograr incorporar a sus vidas hábitos saludables, nuevas formas de regular sus deseos y necesidades, sin oponer resistencia, amablemente.

Como dice Jan Chozen Bays (2), en su libro “ Comer Atentos”, … “el deseo no es inherentemente malo o pecaminoso. Es simplemente una energía. …El problema no es el deseo, sino si podemos reconocer su aparición y dirigir su energía hábilmente.”

Reconocer

Las prácticas Mindfulness aplicadas al acto de alimentarnos, nos permiten reconocer y familiarizarnos con el deseo, en inglés hay una palabra “craving”, que no tiene fácil traducción al castellano. Craving es esa ansia que al sentirla es más fuerte que cualquier propósito mental y nos empuja como una ola hacia la orilla de una satisfacción que tras lograrla se torna amarga. La energía del deseo se apodera de nosotros, y nos conduce hacia unas arenas en las que no queremos estar realmente.

Mindfulness nos propone una serie de prácticas que paso a paso nos permiten reconocer la ola del deseo, sin luchar en contra, ni dejarnos empujar. Se abre así un espacio en el que vamos ganando un poco más de libertad para poder elegir.

Dirigir-Redirigir

Dirigir esa energía supone saber redirigirla una y otra vez. Apartarse del camino, es normal, sólo necesitamos estar atentos y sin juzgar ni culparnos, volver.

Experimentar la oleada de deseo como una energía, que en sí misma no es buena ni mala, que aparece independientemente de nuestra voluntad, y forma parte de la experiencia humana, nos puede ayudar a relacionarnos con ella.

Hemos aprendido a dirigir la energía del viento, de las aguas, del fuego, el gas, el petróleo, el sol, pero aún para muchos de nosotros esa energía interna que es el deseo es un visitante con quien no nos sabemos relacionar.

La práctica del Mindfulness es una manera de hacernos amigos de nuestros deseos, es un espacio seguro donde podemos aprender a guiarlos para nuestro beneficio.

Hacernos amigos de nuestro deseo de comer

La energía del desear, como la energía del fuego o cualquier otra energía, puede estar al servicio de la vida, sustentar la vida, pero también puede volverse un peligro si la manejamos mal.

Nuestra mente, una recién llegada en la larga cadena de la evolución de la vida, ha desarrollado los procesos de pensamiento racional y analítico que nos han permitido grandes logros en la comprensión y manejo de las energías externas, gracias a la investigación científica.

El manejo de las energías internas, requieren otras habilidades.

La conciencia, la atención plena puede ser como el fogón criollo en el que encendemos el fuego en campaña, para impedir que se propague hacia donde no queremos y poder beneficiarnos de su calor, seguros.( 3)

Cuando practicamos Mindfulness, el deseo, puede ser contenido en un abrazo de atención, de este modo es más difícil que se escape hacia el consumo peligroso. El abrazo atento de nuestra alimentación permite que disfrutemos de los alimentos, como del fueguito que nos entibia y reconforta.

Referencias

  1. 1.Chozen Bays, J. Comer Atentos, Shamabhala 2015
  2. La lista está basada en el Inventario de necesidades que figura en la web del Center for Nonviolent Comunication. www.cnv.org
  3. Esta metáfora se inspira en una enseñanza sobre la forma de trabajar en Mindfulness con el enojo ofrecida Thich Nhat Hanh . Plum Village. Centar for Minddfulness