
“Hay un fuego dentro. Siéntate a su lado. Mira las llamas, la danza antigua y parpadeante de ti mismo.”
JOHN MACENULTY
El sentido de propósito en nuestras vidas, va adquiriendo espesor y profundidad a medida que maduramos.
El primer sentido de propósito que nos es dado conocer, surge como una determinación a hacer algo, y se relaciona con un objetivo a alcanzar. También implica el compromiso para conseguir ese logro o meta, y la intención que lo inspira. Estas experiencias son muy importantes para desarrollar la motivación, extrínseca e intrínseca. De las dos, la que más correlaciona con el bienestar, es la intrínseca, que no se basa en un premio exterior, sino en la satisfacción de necesidades propias, como la autorrealización, o el disfrute de una tarea por el hecho de hacerla.
Sobre esas primeras aventuras vitales, tarde o temprano aparecen experiencias que abren nuevas dimensiones. Con los años, todos experimentamos esos momentos de fecundos fracasos y crisis que toda vida humana tiene. Es allí cuando se dan las condiciones para que afloren las preguntas existenciales sobre el sentido profundo de nuestros propósitos. Cuando nuestros propósitos perfuman nuestra vida, nuestros vínculos y nuestras tareas, tenemos muchas de las condiciones esenciales para sentir felicidad, según muestran las investigaciones.
El surgir del propósito

Tal vez recuerdes la historia de la novela Mujercitas, o hayas visto algunas de las muchas versiones que se llevaron al cine. Mujercitas, escrita en 1868 por Louise M. Alcott cuenta la historia de cuatro hermanas adolescentes. Jo, Meg, Beth y Amy March, que viven con su madre en Nueva Inglaterra, en el marco de la guerra de secesión. El libro, va retratando la humanidad de las hermanas, sus virtudes y los defectos que enfrentan cada una, ayudadas por la sabia compañía de su madre, Marmee.
Estos personajes que acompañaron íntimamente mi infancia y temprana adolescencia, modelan diferentes formas de afrontar la vida y sus propósitos, ofreciendo modelos identificatorios, o arquetipos, que contribuyeron en aquel entonces, a forjar mi joven identidad.
Uno de los personajes que muestra de forma más sutil el sentido de propósito es Beth. En la segunda parte del libro, Beth cae gravemente enferma, por las secuelas de una escarlatina, que contrajo años atrás, ayudando a una familia muy humilde, mientras su madre, Marmee, se había ausentado para cuidar al padre herido en la guerra.
Las hermanas ya han crecido, y Jo, que estaba trabajando en otra ciudad, como institutriz, vuelve al hogar para acompañar a su hermana en sus últimos días de vida. Hay un diálogo muy bonito, en que Beth, consciente de su inminente partida, habla abiertamente de su muerte y trata de consolar a Jo, y ayudarla a aceptar lo inevitable. Las dos hermanas están recordando historias de infancia, en un clima íntimo y afectuoso. Se adivina en ese diálogo, el intento de Jo de mantener su presencia de ánimo, y aligerar la inmensa pena que le aprieta el corazón.
“Vas a estar mejor, le dice Jo, tratando de animarla.
Si dios me quiere con él, nada podrá impedirlo- le contesta Beth. Y no me preocupa. Nunca fui como el resto de ustedes, que siempre estaban haciendo grandes planes para el futuro. Nunca me vi a mi misma como otra más de ustedes. Nunca me imaginé como una gran escritora como tú. Te eché de menos, Jo. ¡Porque todas tenían planes para irse de casa! Ahora seré yo quien me vaya. No tengo miedo. Puedo ser valiente como tú….”
En la novela, Louise, nos ha dejado ver los diferentes estilos con que las cuatro hermanas iban tejiendo y madurando los propósitos de sus vidas, asentados en la voluntad de florecer como personas, atemperar sus defectos , desarrollar sus talentos , abrazar la independencia y la libertad, para unas y la vocación de servicio para otras. Beth, que según sus palabras, nunca había soñado con volar del hogar y hacer planes personales, es sin embargo ejemplo de una vida llena de sentido y propósito, aún en el último momento de vida. Hasta los más jóvenes lectores, pueden intuir que en realidad, aunque Beth nunca hubiera hecho planes para su futuro, vivía desde la infancia un sentido de propósito profundo. Las otras hermanas modelan, el sentido de propósito más habitual, asentado en objetivos, metas y logros, pero también ellas, a medida que maduran, van encontrando la congruencia entre sus propósitos y sus valores. La autora, que da vida a sus personajes, hace transitar a algunos de ellos, por el camino del descubrimiento. Así es que Jo, luego de la muerte de su hermana, encuentra su propia voz de escritora, cuando suelta la motivación de ser famosa y ganar dinero , y se entrega con toda su alma a la necesidad de escribir una historia verdadera. No hay nada de malo, por supuesto, en la motivación de ganar dinero o ser famosa, pero como nos enseña el personaje de Jo, la motivación y el propósito intrínsecos son más poderosos. La investigación muestra claramente la correlación entre propósitos intrínsecos, bienestar, capacidad de resiliencia y satisfacción vital. El propósito, es aquello que da significado al hecho de estar vivos. Es aquello por lo que te levantas con ganas en la mañana, y por lo que obtienes satisfacción en tu vida, más allá de las vicisitudes cotidianas. Es el timón de tu barco, que te permite tener clara la dirección, aun cuando soplen los vientos de la adversidad.
Como nos cuenta Louise Alcott, los propósitos sean grandes o pequeños , iluminan los pasos de nuestro día a día. Hay propósitos que se refieren o metas, como estudiar, emprender, desafiarnos, ganar dinero. Y propósitos que se refieren a valores, como cuidar, servir, ser un buen ciudadano, ser buenos padres, crecer como personas.
Hay propósitos que surgen de forma natural, como el perfume emerge de una flor, y no toman la forma de un plan hacia una meta, es el caso de Beth , que derramaba su espíritu bondadoso allí donde estaba, en una vida llena de significado, aún en la enfermedad.
Jo, necesitó irse de la seguridad de su hogar, para desafiarse, encontrar otros interlocutores y estímulos, y domesticar la llama de la creación literaria y de su temperamento impulsivo y propenso a la ira . Amy también necesitó partir a otros destinos, probarse a sí misma, y finalmente darse cuenta que su propósito no pasaba por desarrollar su talento profesionalmente. Meg, encontró en las vicisitudes de su nuevo hogar, un propósito de vida, y ocasión más que suficiente para desarrollarse como persona.
Las investigaciones muestran que sentirse conectado con un propósito de vida, es una fuente de fortaleza y satisfacción profundas, y se correlaciona con una vida más larga y con la calidad de la misma.
Encontrar tu propósito
Es completamente normal que en algunos momentos de la vida, sea difícil encontrar nuestro propósito. Algunos adolescentes, al entrar en esta etapa de fecundos cambios, se plantean preguntas al respecto. ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿en qué vale la pena invertir el tiempo que nos es dado vivir?
En las crisis vitales, necesitamos hacer un balance de nuestras prioridades, darnos cuenta si el piloto automático en que a veces vivimos, nos ha alejado, sin darnos cuenta, de nuestros propósitos y valores. Reconocemos la necesidad de replantearnos las preguntas sobre los verdaderos propósitos, cuando empezamos a sentir hastío o cierto vacío e insatisfacción vital.
La depresión, suele venir acompañada de una pérdida transitoria de la conexión con nuestros propósitos. Y una de las señales de que estamos recuperando la salud, es que recuperamos la sensación de que nuestra vida tiene sentido, y volvemos a confiar en nuestros propósitos.
Los faros que nos guían con seguridad: los valores que cultivamos

Cuando nuestros propósitos son guiados por valores que trascienden nuestra persona, tenemos más seguridad de llegar a buen destino.
En una investigación sobre longevidad, se les ofreció a los residentes de un residencial, una planta. La mitad de los ancianos, recibían la planta como un adorno más del cuarto, y las personas encargadas de la limpieza cuidaban de ella. A la otra mitad de los ancianos, se les dijo que la planta estaba bajo su cuidado.
Se midió la sobrevida de ambos grupos, y el dato sorprendente fue que aquellos ancianos que tenían la planta bajo su cuidado, vivieron más tiempo que los del otro grupo. Interesante, ¿no?
Interesarse por otro ser vivo genuinamente, aunque sea de forma tan modesta, como el cuidado de una planta, generó un pequeño propósito de vida para los ancianos. Este propósito orientado hacia el cuidado de la vida, promueve sin duda la conexión con un valor trascendente, aunque se manifieste en un pequeño acto cotidiano.
Según recientes investigaciones, los propósitos orientados por valores trascendentes, son la guía más segura al bienestar. [1]
El propósito de soltar todos los propósitos

Cuando meditamos entramos en la paradoja de sostener la disciplina de practicar a diario, al mismo tiempo que, en la práctica misma, soltamos los intentos de lograr algo o llegar a algún lugar distinto del que ya estamos.
El propósito se reduce a estar presente en nuestro cuerpo, mente y corazón, manteniéndonos conscientes, lo mejor que podamos de lo que sucede instante a instante.
Despedimos , cada vez que aparecen, las intenciones de la mente de ocuparse de cualquier cosa que no sea el presente. Nos desasimos intencionalmente del tirón de la mente de seguir pensando un pensamiento e intentamos dejarlo pasar.
Abrazamos, todo cuanto nos es posible, aquello que nos disgusta y preferiríamos evitar. Una inquietud en el cuerpo, la aparición de una emoción displacentera, una incomodidad pasajera. Cultivamos la atención amable, en el momento presente de la experiencia.
La práctica de soltar momentáneamente los propósitos evidentes de la mente, abre un espacio para no perder de vista los propósitos que realmente se conectan con el significado de estar vivos.
Los propósitos de la mente pensante, a veces ocultan los propósitos que conoce nuestra mente sabia, nuestra conciencia. Parar, estar en contacto cotidiano contigo misma, es una práctica que puede conectarte con tu mente sabia, e iluminar tu vida cotidiana, para mantenerte alineada con lo más importante.
Ejercicio: ¿Cuánto están presentes tus propósitos en el día a día?
En los próximos 7 días:
1 Anota las horas que dedicas a las diferentes actividades cotidianas.
¿Qué valores crees que sostienen esas actividades?
2 Fíjate en la forma que realizas las actividades cotidianas con los seres que te rodean. Las veces que interactúas en piloto automático (por ejemplo peinar a tu hija pensando en otra cosa, servir la comida sin mirar a la persona, etc.) Las veces que interactúas en las mismas situaciones cotidianas consciente del propósito más profundo de cada acto. ¿Cómo te sientes en cada una de las situaciones? Por ejemplo: peino a mi hija, consciente que es un momento para practicar la conexión, el cuidado, el respeto, el disfrute de un momento juntas, etc.
3 ¿Cuáles son los valores y propósitos que te llevaron a elegir la actividad a la que te dedicas? Observa en tu día a día, cuántas veces tienes presente tus propósitos mientras realizas la tarea. Prueba de hacer la tarea durante algunos minutos, conectada con tus valores y propósitos.
¿Qué has descubierto?
Margarita Ungo
[1] Van Den Broeck, A., Schreurs, B., Proost, K., Vanderstukken, A., & Vansteenkiste, M. (2019). I want to be a billionaire: How do extrinsic and intrinsic values influence youngsters’ well-being?. The Annals of the American Academy of Political and Social Science, 682(1), 204-219.
Ryan, R., & Deci, E. L. (2000). La Teoría de la Autodeterminación y la Facilitación de la Motivación Intrínseca, el Desarrollo Social, y el Bienestar. American Psychologist, 55(1), 68-78.