El equilibrio y la ecuanimidad son cualidades que podemos cultivar en la vida cotidiana, que podemos fortalecer con la práctica de yoga y meditación.
Como un pájaro, en silencio y atento al ambiente que lo rodea en el agua, podemos permanecer disponibles para lo que ocurre momento a momento. De pie, quietos, respirando simplemente.
Como un ave sobre el río, podemos fluir con los cambios en la corriente del agua, la brisa o el sol. Y sin más ajustarnos una y otra vez al constante movimiento, manteniendo internamente un estado de quietud y observación.
No hace falta destreza ni habilidad.
No hace falta ser grande o pequeño.
Ni flexible o con experiencia.
Solo curiosidad, apertura y ganas de cultivar la sintonía y conexión con nosotros y nuestro entorno.